El día de la inauguración fue un verdadero día de fiesta para el pueblo de La Merced ya que, una alegre y simpática caravana encabezada por el alcalde, Señor Jerónimo Risso, se había dirigido al Puente de la Herrería, para dar su cariñosa y solemne bienvenida a las Hijas de María Auxiliadora, quienes llegaban felices y contentas, después de haber superado con valor las aventuras y los peligros propios del camino y de haber experimentado, en todo momento, la protección materna de María Auxiliadora a quien filialmente habían encomendado el largo viaje que duró seis días a caballo conforme narra la crónica del mismo.
Fue muy significativo para las Hermanas, encontrar allí, casi en primera fila entre las personas que las habían ido a esperar, a un grupo de niñas y adolescentes con flores en las manos, acompañadas por su joven directora y maestra, la señorita Irene Pelfine. Este espontáneo y cariñoso recibimiento del pueblo, había alegrado mucho el corazón de las buenas misioneras, las que por su parte, contagiaron enseguida, la alegría y el entusiasmo que traían, fruto y característica peculiar del espíritu salesiano que siempre las animaría en la difícil empresa que estaban iniciando. Ellas eran la directora sor Teresa Tapparello, sor Onoria O´ tolle, la alegre y graciosa cronista del viaje, quien venía como enfermera y se encargaría del hospital y sor María Luisa Hermoza, quien venía como maestra y se haría cargo de la Escuela junto con la directora.
Acompañaba la expedición misionera, la Madre Inspectora, Décima Rocca, figura eminente de misionera y de superiora, quien acogiendo la solicitud del Presidente de la República, Dr. José Pardo, en coordinación con el Prefecto Apostólico de la zona, Monseñor Francisco Irazola, de la Orden Franciscana, había aceptado la obra con sus dos campos bien definidos: salud y educación, los que serían sostenidos por el mismo Gobierno, mediante un Contrato que se había estipulado entre la Congregación y el gobierno.
Igualmente, Sor Hortensia Muga, quien aunque no venía todavía como personal de la nueva misión, hacía parte de esta primera expedición misionera, pues habiendo venido el año anterior con Sor Teresita Preiswerk para explorar el campo de la nueva obra, podría ayudar como guía.
La gente, especialmente los más humildes y necesitados, no tardaron en sentirlas madres, hermanas, maestras y amigas capaces de escuchar y compartir sus esperanzas y penas y sobre todo, el dolor que en este momento invadía el alma de todos a causa de la "fiebre amarilla" o paludismo que los iba diezmando cada día con más furor.
Este es el inicio de nuestra presencia en La Merced. Actualmente, nuestro servicio se concreta en la educación. Brindamos atención a la mujer joven a través de una educación formal en los niveles de Educación Inicial, Primaria y Secundaria, buscando formarlas como buenas cristianas y honradas ciudadanas.