
Teresa nació en Milán el 10 de octubre de 1878 y fué bautizada en la parroquia dedicada a San Francisco de Paula. Pertenece a una familia muy rica. El padre, Giuseppe, todavía joven, se trasladó a Egipto donde había abierto una cadena de hoteles que lo hicieron adinerado, estimado, apreciado por altas personalidades y hombres de poder. Allí se casó con Giuseppina Viglini, una burguesa de origen italiano.
Teresa nació en Milán el 10 de octubre de 1878 y fué bautizada en la parroquia dedicada a San Francisco de Paula. Pertenece a una familia muy rica. El padre, Giuseppe, todavía joven, se trasladó a Egipto donde había abierto una cadena de hoteles que lo hicieron adinerado, estimado, apreciado por altas personalidades y hombres de poder. Allí se casó con Giuseppina Viglini, una burguesa de origen italiano.
En 1882, Giuseppe Valsé Pantellini, previendo las tendencias intolerantes que se iban infiltrando en la región, traslada definitivamente su familia a Italia. Primero a Milán y después a Florencia. En 1890, en la villa Descanso de Obispos de Fiesole, Giuseppe muere, dejando a la esposa y tres hijos: Italo, el primogénito, Teresa y Giuseppina.
Es un golpe muy duro para todos, particularmente para Teresa, que siempre estuvo muy ligada a su papá. La madre asegura a sus hijos la mejor educación en los colegios florentinos y, cuando Italo se matriculó en la universidad de Roma, toda la familia se muda a la capital.
Desde hacía tiempo, Teresa cultivaba una vida espiritual profunda que le ofrece un estilo de conducta adecuado a su posición social, pero modelada sobre criterios decididamente evangélicos: un amor preferencial por Dios que la lleva a vivir momentos prolongados de oración; una fuerte sensibilidad hacia los pobres, con los cuales es generosa en ayuda y cercanía; una sobresaliente sensibilidad educativa.
Siente la llamada a la vida consagrada y, superando duros obstáculos, después de la muerte de la madre ingresa al Instituto de las Hijas de Maria Auxiliadora, el 2 de febrero de 1901. Teresa tiene 22 años. En el momento de la decisión de convertirse en religiosa, le escribió a su hermano Italo: "He decidido irrevocablemente". Actitud mantenida para siempre, junto con la elección de "pasar inobservada" que ha señalado toda su existencia.
Transcurre gran parte de su vida religiosa en la zona de Trastevere en Roma, desde su noviciado. Las casas de Bosco Parrasio y de Via della Lungara hospedaban en sus Oratorios a las chicas más pobres del barrio, pequeñas lavanderas de las casas de los ricos. Entre las religiosas de la comunidad, sor Teresa es la más querida por las jóvenes, que se sienten encantadas por su presencia sonriente y gentil. Tiene una salud precaria cuando empieza a trabajar en este entorno, pero no hace caso a sacrificios y no hace pesar para nada su pasado.
En la casa de las hermanas, la pobreza se hace sentir tanto que hace necesaria la solicitud de ayuda, hasta de tener que pedir limosna. Así, sor Teresa, incluso con una fuerte repugnancia, no se sustrae a este empeño, que la hace llamar a las puertas de aquellos ricos que frecuentó un tiempo. Teresa es una mujer fuerte, dedicada completamente a los más pobres. Y decidida a defenderles sus derechos, especialmente cuando algunos habitantes del barrio hostilizan la obra o lamentan la presencia de chicas muy toscas y no les pagan debidamente sus servicios.
Siguiendo el ejemplo de Don Bosco, se identifica concretamente con la situación de malestar de las jóvenes que le son confiadas, y busca en todos los modos elevar su cultura y refinar su estilo de vida. Les da lecciones de música, realiza representaciones teatrales, inventa juegos que pueden interesar a chicas ya bastante cansadas por un trabajo pesado. En la comunidad, es una presencia atenta y discreta.
Pero un mal inexorable está en acecho y, en 1907, estalla de repente: la tuberculosis. Sor Teresa, en abril de aquel año, es enviada al Piamonte para cuidarse. No se hace ilusiones; sabe que el mal no perdona. Ella misma, con increíble sentido del humor, dice: "El Señor me ha ayudado y ahora estoy lista a tres cosas: a morir, a estar enferma largo tiempo, o a sanar". Luego, con una sonrisa, añade: ¿A una de las tres le atinaré, verdad?"
En Turín, en la casa María Auxiliadora, su vida concluye el 3 de septiembre de 1907, como ella misma previó.
Teresa Valsé Pantellini: una joven mujer que ha jugado toda su vida en una concreta disponibilidad cotidiana, totalmente entregada a Dios y a los demás, imitando la Virgen María, la mujer pobre y libre. Ha soñado en grande: habría querido partir misionera a China. Casi a punto de realizar su deseo apostólico, pues las Hijas de Maria Auxiliadora, hoy, nos encomendamos particularmente a ella en nuestra actividad misionera.
Video: sor Teresa Valsè Pantellini
